Entre bosques y jardines nazaríes
(parte de un artículo de Eduardo Barba en octubre 2021 de El País)
El jardinero Fran Villegas Romero cambió Leganés por la Alhambra de Granada, que nunca acaba de sorprenderle.
La herencia jardinera con la que contamos en España es de las más ricas que se puedan encontrar. Por estos lares, distintas civilizaciones dejaron su huella en jardines de todo tipo y, gracias al paso de romanos y de árabes, se pusieron los cimientos de una jardinería única en el mundo. Al sur contamos con uno de esos lugares que siempre despiertan nuestra imaginación, que invitan a pensar que, efectivamente, el paraíso está en la tierra, aunque nos rodeen las ortigas. O, puede que lo sea, por eso mismo.
Hablamos de la Alhambra de Granada con uno de los jardineros que se dedican a su cuidado, que poda, planta y mima los bosques y las alamedas que rodean a esta fortaleza y palacio nazarí.
Fran Villegas Romero, jardinero madrileño, cambió su ciudad, Leganés, por la cuesta de los Chinos, e inició con este espacio verde una relación de trabajo apasionada. Él no deja de sorprenderse cada día con la belleza del amanecer y del paso de los días en la colina de la Sabika, sobre la que se alzan los muros de uno de los monumentos más visitados de la geografía española.
Pregunta. ¿Qué significa la Alhambra para usted?
Respuesta. Siempre ha sido un paraje que me traslada a la edad media andalusí, lleno de emociones y de historia.
P. Para alguien que nunca haya estado, ¿cómo se podrían definir sus jardines?
R. Son un lugar donde desconectar y perderse entre las leyendas y el frescor y el agua de sus acequias.
P. Como buen jardín árabe, es cierto que el agua está presente fluyendo libre en muchos rincones; puede que sea una de las cosas que definan a la Alhambra.
R. Sí, a los visitantes les llama mucho la atención el agua, las acequias… me preguntan cómo puede ser eso posible, en un entorno tan seco, sobre todo en el verano. Esto es gracias a que todavía se mantiene en uso el sistema medieval de traída del agua, todo un prodigio de la ingeniería.
P. ¿Nos lleva de paseo por alguno de esos espacios de la Alhambra?
R. Pues podríamos comenzar por el Generalife, un jardín en el que está reflejado el pasado y el presente. El pasado lo encontramos en el patio de la Acequia, que conserva la misma traza medieval. El presente aparecería en las remodelaciones contemporáneas, como la del teatro del Generalife y el paseo de los Nogales, con cubiertas vegetales, con especies nuevas… Un lugar que me gusta mucho también es el patio de Lindaraja, un jardín conventual con su fuente y sus cipreses, un espacio acogedor donde escuchar el murmullo del agua.